Mientras mi vida estaba vacía, la llené con la vida de mis hijos, viví a través de ellos. La vida que yo llevaba no tenía nada que mantuviera mi interés tanto como cuando llegaban de una fiesta y emocionados me contaban todo, yo quería hasta el más mínimo detalle.
Cuando empezaron a tener novios, vivía el romance, carente en mi vida, soñaba a través de sus romances, cuando necesitaban un regalo, me esmeraba en aconsejarlos, acompañarlos en sus compras, como si fuera para mí, como el regalo que me gustaría que me dieran.
Si necesitaban algo, siempre les decían a sus amigos, vamos con mamá que ella nos lo hace, si se trataba de ayuda, ni preguntaban, mamá nos lo resuelve, así era con mis hermanas, mis amigas, mi pareja. ¡Ah! como ayudaba gente, sabían que ahí estaba para todo y a la hora que fuera, imposible para mi decir no.
Me esmeraba en las fiestas para todos, sus regalos, hasta le hice a mi pareja una película toda emotiva según yo, que solo causó una mueca, pero para mi cumpleaños, el día de la madre, siempre la misma "No sabemos que regalarte", no alcancé a comprarte nada, lloraba todo un río, y por eso, hacían un esfuerzo para que dejara de tirarme al drama.
La casa llena de amigos para comer, -"Vamos a la casa que mamá nos hace de comer, mamá nos lleva, no hay problema"-. "Vamos con Blanca ella seguro tiene, si no lo tiene lo consigue". Solo decía ¡Chin! y a jalar, hacer, permitir, dar, aunque no quisiera.
¿Se imaginan? les pertenecía a todos, mis gustos, mis diversiones, mis compromisos, todo tenía prioridades menos los míos o los dejaba para el final.
Así también era con los gritos, pensaba -"va a recapacitar y me va a pedir disculpas". Cada vez que salía había un mega tango, porque me dejas, porque sales sola, no te tardes, como dejas a los niños, pero todos salían, sin siquiera voltear a ver mi cara.
Una parte de mi cambio fué aprender a decir NO, a decir no quiero, hoy no tengo ganas, eso no me gusta, no puedo ayudarte.
No hago las cosas para darle gusto a nadie mas que a mí.
Claro que disfruto atender, ayudar y servir, pero solo hasta que yo quiera, ya no digo si, cuando me muero de cansancio, ya no acepto cuando estoy en desacuerdo, tomé fuerza de la tristeza que me dejaba cuando yo pedía el favor, a mi si me decían NO.
No daño a nadie, solo limito mis sentimientos y mi persona, he notado que no pasa nada, todos me siguen amando, la diferencia es que no siento esa culpabilidad que me obligaba a siempre decir si.